26M – 20 mil personas en la Movilización FUJIMORI NUNCA MÁS

Durante la tarde de ayer, 26 de mayo, el centro de Lima fue el escenario de la movilización “Fujimori Nunca Más” en la que participaron delegaciones universitarias, representantes sindicales, organizaciones de familiares y víctimas de delitos de derechos humanos, partidos y colectivos de izquierda, agrupaciones ciudadanas, grupos artísticos, tribus urbanas, núcleos activistas, feministas, profesionales, de confesiones religiosas y gran cantidad de ciudadanos no organizados, “personalidades” y anónimos que partieron de la Plaza Dos de Mayo y por La Colmena alcanzaron la Plaza San Martín y el Parque Universitario, para recorrer las avenidas Abancay, Grau, Paseo Colón, Wilson y 28 de Julio hasta abarrotar la avenida de la Peruanidad, en el Campo de Marte.

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La declarada inclinación del stablishment y la mayor parte de la prensa televisiva por la candidatura de Keiko Fujimori -cuyo rechazo era motivo central de la marcha- determinaron que la cobertura en señal abierta fuera no sólo reducida –lo que ya es grave tratándose de un hecho importante de la segunda vuelta electoral-, sino además minimizada con planos cerrados y cifras antojadizas fabricadas al vuelo por los reporteros. El cálculo «al ojo» y en vivo de una periodista de Canal N, que dijo estar rodeada de «unas trescientas o cuatrocientas» personas generó un enorme malestar que en el transcurso de las horas se transformó en marejadas de instantáneas y clips de video que los manifestantes compartieron con entusiasmo en sitios de carga gratuita y redes sociales, en un gran desmentido colectivo que, sin embargo, no alcanza a superar el dique impuesto ya no sólo a la candidatura de Ollanta Humala, sino prácticamente a cualquier expresión de descontento frente a la posibilidad del retorno del fujimorismo al poder.
Establecer la cantidad de personas que participaron se convirtió así en un tema de disputa entre los medios de señal abierta y los manifestantes, a través de internet.

En su transmisión nocturna, Rosa María Palacios señaló, con evidente sorna, que no se atrevía a dar una cifra por temor a que los organizadores no estuvieran de acuerdo con ella y la “lincharan” (en sentido figurado, claro está). A pesar que la capacidad de registro y producción de información desde la acción misma se afina y se hace cada vez más regular, su circulación aún no es suficiente para evidenciar, a un nivel realmente masivo, la parcialización de los medios y el acallamiento de las expresiones de ciudadanía o las protestas y los conflictos que las originan, como -más allá de la marcha antifujimorista- ocurre con la paralización y saqueos que afectan la ciudad altiplánica de Puno, causadas por la sordera del gobierno frente al rechazo a la actividad minera en el sur de dicha región..

Además de los mensajes de rechazo a la dictadura y el reclamo contra la impunidad de los crimenes avalados por la candidata Fujimori, hay algunos elementos cruciales que rescatar de la marcha. En primer lugar, la concurrencia superó aún los cálculos más optimistas: alrededor de quince mil personas se convocaron, con el grueso de la prensa en contra y básicamente por medio de redes personales, organizativas y virtuales. La marcha estuvo precedida por semanas de movilización, campañas, piquetes y actos públicos antifujimoristas que lejos de apoyarse en consignas abstractas, tocaron fibras sensibles de diversas comunidades: afectados por la violencia política, comunidades que fueron reprimidas, perseguidos políticos, universitarios.

No es casual que los contingentes más numerosos fueran los aportados por las universidades nacionales, principalmente San Marcos y la UNI, que en la víspera recordaron, con acto público y concierto, la intervención y militarización sufrida casi desde el inicio del régimen de Alberto Fujimori.

El segundo elemento a remarcar es que Canal N, con el traspié de su reportera y su nulo propósito de enmienda, ha terminado por liquidar lo que fuera su capital informativo fundacional: dar cobertura a las movilizaciones callejeras de fines de los 90 y el 2000, expresión social y política del ocaso de la legitimidad del dictador, siendo la excepción a la regla dictada por la señal abierta de esos años, cuya línea periodística, como se sabe, era programada desde las oficinas del Servicio de Inteligencia Nacional.
Recursos puestos por todos y por nadie, grupos que se animaron a participar sin seguir otra consigna que la de su asco por la impunidad con la que se mueven los cómplices de la cleptocracia. Pancartas, autoadhesivos, grafittis, batucadas, bandas, alegorías, performances, cánticos, consignas, carretillas con parlantes…
Una capacidad de movilización con la que no cuenta el fujimorismo. Y valgan verdades, una capacidad de movilización con la que no cuenta ningún partido político, ONG o sindicato, porque lo que moviliza es la dignidad y la memoria, bienes que no tienen logo ni bandera.

 

Fuente: www.peru.indymedia.org INDYMEDIA PERU

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